Que se tengan noticias, y a través de sus restos, podemos afirmar que en Canicosa existían ocho ermitas de las cuales cuatro están prácticamente desaparecidas.

 

 

Como curiosidad, todas ellas tendrían la misma orientación, es decir, el Este o Jerusalén.

 

No es fácil conseguir documentación sobre estos lugares porque, por un lado, los archivos diocesanos no registraban estas iniciativas civiles y, por otro, los datos sobre ellas son escasos en el Ayuntamiento de la Villa.

 

Se podría pensar también que cada ermita estuvo en tiempos relacionada con una Cofradía de la que esta tomaría su nombre o advocación del santo. Pero habría que confirmarlo.

 

Ernesto Cuesta apunta en uno de sus trabajos:

 

"El origen de la gran mayoría de las ermitas, tanto en Canicosa como en la comarca, está relacionado con la devoción de la comunidad de fieles, encauzada, bien a través de cofradías que patrocinan sus propias construcciones, bien a través de algún patronato del Concejo de vecinos. Aunque no era frecuente el patrocinio de ermitas por personas particulares o un clan familiar, en Canicosa sí hubo un intento a cargo de Doña María de Santiago que llegó a dar una donación para la construcción de la ermita de la Soledad, si bien no llegó a construirse nunca porque su presupuesto se dedicó a la reparación de la iglesia.

 

 

DE SANTA LUCÍA

 

Podría pensarse que es la más antigua debido a que está instalada en las proximidades de lo que podría haber sido el primer asentamiento de la población, supuesto castro celtíbero. Por otra parte, los estudios parecen confirmar que los lugares destinados a esta santa coinciden como cristianizaciones de lugares sagrados de los celtas dedicados al dios LUGH (De la luz).

 

A pesar del expolio de sillares y elementos de la construcción, y de la profusa vegetación que la hace apenas visible, se puede distinguir una base rectangular que rondaría los cuarenta metros cuadrados, en cuya cabecera parece distinguirse un ábside ligeramente semicircular. Hasta la llegada de los tractores pudo librarse de la esquilmación debido al difícil acceso -incluso para carretas- que se eleva desde el lugar del Carrascal. Hecho lamentable que invita a valorar el esfuerzo de habitantes y canteros que le dieron forma en lo alto aunque, pese a todo, aún reúne una gran cantidad de piedra trabajada en los derrames de sus muros.

 

No hay datación constatada, pero podría pensarse por su estructura que es de origen visigótico. Precisa de un profundo trabajo de limpieza y modelación de su estructura si no se le quiere dar por desaparecida.

 

Hay quien afirma haber conocido, aún de oídas, las romerías que se dedicaban a este lugar.

 

 

DE LA VIRGEN DE LA CUESTA

 

Situada precisamente en lo que se llama La Cuesta -lugar donde durante décadas se columpiaban los más jóvenes y se deslizaban sobre la hierba- quedan escasos vestigios. En un zócalo artificial sobre el terreno en pendiente, queda a la vista un alineamiento de piedras que delimitaría una estructura de unos veinte metros cuadrados. Obviamente, la piedra que falta es la utilizada en otras construcciones, como ocurre en todos los vestigios históricos de la zona.

 

Podría tratarse de la ermita de la Virgen del Rosario, lugar de culto de la Cofradía del mismo nombre desaparecida. Aunque, la presencia de la imagen de la llamada Virgen de la Cuesta por un lado y la de la Virgen del Rosario por otro, en los retablos de la iglesia, podrían contradecir esa teoría. ¿Qué nombre pudieron tener, en realidad, la imagen y la ermita de la hoy llamada Virgen de la Cuesta?

 

 

 

DEL VALLEJO DE LA MUÑECA, O SAN MILLÁN

 

Dentro de lo que hoy es un coto de repoblación, a unos cien metros del cercado, y cubierto en gran parte por matorral, se adivina un agrupamiento de piedras con cierto orden constructivo. Pero es todo. Muy pocos, entre los más antiguos del lugar, saben ubicar de modo preciso esta ermita. Sólo una intervención de limpieza podría confirmar su existencia y dejar al descubierto su estructura.

 

Esta ermita está relacionada con la leyenda que da nombre al lugar donde se ubica. Por esta razón es más fácil oír “La ermita del Vallejo La Muñeca”, que la ermita de San Millán.

 

Según esta leyenda -a grandes rasgos- la señora al cuidado de la ermita dejaría sola a su hija para atender el fuego de las velas. La niña saldría a su encuentro, pero tras su desaparición se le dio por engullida por los lobos que sólo dejaron el rastro de su muñeca.

 

 

DE SANTIAGO

 

Si bien los más antiguos han oído de su existencia, incluso han visto sus restos, es difícil encontrar hoy a alguien que pueda señalarla. Se tiende a indicar su presencia hacia el alto de “El Morrito”, en las cercanías de la “Tená del Tío Perico”, próxima a la presa de la serrería de La Vadera, o relacionada con el camino que va a Regumiel a través de este paraje. Cotos y arados han podido acabar ocultándola y, como hemos dicho, los pocos que podrían señalar su ubicación exacta no podrían moverse por estos lugares. Misión posible, pero con empeño.

 

Ernesto señala:

 

"...esta última situada muy cerca del "chozo" que está en el puente La Vadera, y que según Estanislao López oyó al tío Perico decir que se le había quemado la majada que tenía junto a esta..."

 

Esta ermita podría haber sido dedicada a los santos Santiago y Felipe, del mismo modo que el lugar de Revenga estuvo en un tiempo dedicado a dichos santos.

 

 

DE SAN ROQUE

 

Erguida, y en perfecto estado de conservación estructural, se sitúa en el alto del mismo nombre. El culto y el ritual al que obligan las celebraciones patronales del lugar la preservan aún del abandono, manteniendo su vitalidad. Con la festividad de San Roque es motivo de procesión y de la costumbre de subastar los bandos del trono del santo para introducirlo en la ermita.

 

También de planta rectangular, y con la orientación descrita, está rematada en su pórtico por un espacioso porche, cualidad que debían tener también las demás. La peculiaridad de esta es que, en las piedras del suelo y alrededor de la misma, se pueden observar aún las catorce estaciones del Vía Crucis.

 

 

 

 

DE LA VERACRUZ

 

El buen sentido ha preservado a esta ermita, de momento, de su desaparición. Con las obras del nuevo frontón algunas voces han llegado a calificar de “mamotreto” esta construcción, que estorba.

 

La Cofradía de la Veracruz debió ser una de las más numerosas e importantes de la Villa. De hecho, era la encargada de coordinar los actos de la Semana Santa.

 

Su nombre parece indicar una inspiración templaria. Como las demás, es de planta rectangular, con ábside rectangular y misma orientación. Toda su construcción es de piedra sillar y pertenece a finales del siglo XVII, teniendo en su ábside un bello artesonado. Su porche –y su entrada original- desapareció con la construcción de una pequeña vivienda anexa. En el dintel de la puerta actual aparecen grabados significativos. A causa del desmonte de su solar puede que alguno de sus muros corra peligro, y su interior, dedicado durante años exclusivamente al almacenaje de elementos sacros necesita de una restauración sustancial, sin destinarse necesariamente a uso civil, o destinándose al mismo pero manteniendo sus características.

 

 

DE SAN BARTOLOMÉ

 

Mantiene su estructura exterior y constructiva, en líneas generales. Por determinadas cuestiones –quizás irregulares- pasó a manos privadas, convirtiendo su interior en una vivienda de uso funcional.

 

Con las mismas características que el resto, lo que más poderosamente llama la atención es el común destino de las celebraciones que las dos cofradías que sobreviven en la Villa hacen del lugar, exento ya de cualquier rito confesional. Tanto la procesión del Dulce Nombre como la de San Sebastián llegan y retornan con sus danzas en las proximidades de la misma.

 

La Cofradía de S. Bartolomé tomó el nombre de El Dulce Nombre de Jesús (1930), y estaría por ver si está más legitimada que la de San Sebastián y San Fabián a la hora de referenciarse con dicha ermita, aunque su nombre lo indique.

 

 

DEL CARRASCAL

"Hicieron esta obra

los devotos de esta

Villa siendo mayordomo

Marcos de Valgañón

Año de 1717"

Fachada anterior

donde reza la fecha

de 1728

 

 

Inmediatamente debajo de la ermita de Sta. Lucía se sitúa, quizás, la ermita más representativa de Canicosa. Como la generalidad de las ermitas peninsulares con el mismo nombre, atesora también la misma -o similar- leyenda sobre su ubicación.

 

Tiene un ábside del siglo XIV a principios del XV. Fue reconstruida a comienzos del siglo XVIII. Sus paredes son de piedra sillar y el ábside de bóveda de piedra formando un crucero con un camarín detrás, hoy actualmente sacristía.

 

Existen más datos que del resto de ermitas pues estaba registrada como propiedad del Monasterio de la Virgen de Valvanera. Su cofradía, Cofradía de la Virgen del Carrascal, acabó haciéndose extensiva a todos los pobladores de la Villa. Su celebración festiva se convirtió en un acto popular donde se procesiona a la patrona y se reparte el “solaz” (pan, queso y vino para los asistentes). Hasta los vecinos de Casarejos, emparentados con Canicosa por tratados remotos, la visitaban asiduamente.

 

Considerada también de origen visigótico, entre sus piedras se encuentran enigmáticas inscripciones, así como notas referentes a sus sucesivas remodelaciones.

 

 

 

ERMITA DEL CARRASCAL

 

Se encuentra ubicada en las proximidades del pueblo, a una distancia de dos tiros de bala, según el diccionario de P. Madoz, en dirección oeste. Tradicionalmente fue la ermita más importante del pueblo, y uno de los centros devocionales de la comarca, convirtiendo su santuario en un destacado lugar de oración. Esta tradición y prestigio probablemente venga ya desde su fundación, que era propiedad real, del rey ALFONSO VII, quien la donó al Monasterio de Valvanera en el año de 1140. Los temas del significado de este hecho y las propiedades de tierras y ganados que tenía, reflejados en los libros de la cofradía que posteriormente se fundó con el nombre de Nuestra Señora del Carrascal merecen capítulo aparte.

 

La mencionada ermita está desde muy temprano relacionada con los miembros de la Real Cabaña de Carreteros, pues son ellos quienes la eligen como centro espiritual de oración, y en receptor de continuas y cuantiosas donaciones. Esto permitió acumular un extenso patrimonio de dinero, tierras y ganado, que precisaba administrarse con cuidado. Fiel testimonio de ello nos queda en sus Libros de Fábrica 11, cuyos registros se han conservado.

 

Su edificio se asienta sobre una suave ladera, orientada hacia naciente, y protegida por la montaña, Carmona, que también protege al pueblo.

 

Presenta una estructura de nave única, de forma rectangular muy alargada, con cabecera de planta cuadrangular en su extremo oriental, donde se adosa una pequeña estancia, denominada capilla-camarín, que cumple también las funciones de sacristía.

 

El templo actual constituye el resultado final de una larga secuencia de reformas, la cual se extiende prácticamente a lo largo de toda la Edad Moderna, ya hemos constatado que la ermita está documentada en la Edad Media. Esta reforma tiene su origen con una fase gótica, a la que pertenece la cabecera actual, destacando en ella la cubierta abovedada del interior y el arco que enmarca su entrada. Todos estos elementos nos dan una cronología, que podemos situar aproximadamente entre los años finales del S. XV y primeros del XVI. La siguiente fase en la construcción no se realiza hasta los primeros momentos del S. XVIII, tiempo en que se completa la renovación de la nave. Los encargados de su ejecución fueron el maestro de cantería Francisco Maeda, el maestro de albañilería Antonio Mozal, y el maestro de carpintería Diego Tomé, los cuales percibieron por su trabajo un total de 6.700 reales. A esta cantidad debemos añadir 400 reales por los materiales empleados 1 2. Para afrontar estos cuantiosos gastos, y a pesar de la solvencia económica de esta ermita, comprobamos como en este caso se produce una generosa ayuda por parte del Concejo de la villa.

 

La última reforma de la ermita se produce pocos años más tarde, exactamente en 1728, con la construcción de la capilla-camarín, una obra que junto a las obras hechas en el santuario de Nuestra Señora del Arroyal (Palacios de la Sierra) y Nuestra Señora de la Vega (Valle de Valdelaguna), representan una gran innovación arquitectónica en la comarca. La finalidad fue dar paso a la luz desde el exterior para que al incidir sobre la imagen adquiera un efecto especial, dando una sensación de ingravidez que la hace aparecer ante los fieles como flotando en el aire; pues representa un destacado intento de incorporar la estética barroca en la comarca.

 

Los tres ejemplos citados presentan afinidades entre sí, pues no solo reproducen un esquema similar, sino que se levantan en importantes santuarios marianos. Los camarines de la ermita de Nuestra Señora del Arroyal, y el camarín de la ermita de Nuestra Señora del Carrascal fueron construidos el mismo año de 1728; el del primero fue construido por el maestro de cantería Manuel de la Torre. Por último reflejar el coste que supuso para esta ermita tal reforma, exactamente 2786 reales.

 

 

ERNESTO CUESTA

 

 

Valentín Pascual nos habla de una epigrafía insertada en la 5ª piedra, pared norte, cerca del contrafuerte, perfectamente apreciable pero inadvertida durante siglos, donde se halla la inscripción en el latín impuesto años antes por Recaredo (rey, 581-601): "AVE 652 <MARIA" , que correspondería al año 614 de la nueva era, reinando el rey visigótico-católico Sisebuto. Esta confirmaría el origen visigótico de la construcción.

 

 

 

MEGACARRASCAL Tomás Campo

Ermitas y cultos en España

 

 

DE REVENGA

 

Aunque compartida su titularidad con los vecinos de Regumiel y Quintanar, la ermita y el lugar de Revenga forman parte del patrimonio social y cultural de los canicosos.

 

Lugar pintoresco, artístico y espacioso como pocos en la geografía española, delante de la ermita hay una gran esplanada formando como una gran alfombra la verde pradera. Detrás pasa el arroyuelo Torralba, al lado de la gran casona de las Juntas del Comunero y casi a un tiro de piedra, las grandes rocas yacentes como dormidas y postradas entre la pradera y los pinos: en ellas se encuentra una gran necrópolis. Consta según los estudios realizados por  D. Alberto del Castillo y su equipo, del cual forma parte D. Julián Manrique (antiguo cura párroco de Palacios de la Sierra y gran conocedor de la historia de esta zona) 133 sepulturas orientadas hacia Jerusalén, esto es, hacia Oriente. Son antropomorfas, de planta baja o caja interior trapezoidal, con el encaje para la cabeza en forma de herradura y pies redondeados. La cubierta o tapa era de una losa rectangular monolítica y de gran tamaño. En el centro de esta necrópolis estaríamos ante los restos de una basílica visigótica, aparecieron un baptisterio de inmersión que por las insculturas encontradas, según el equipo arqueológico citado, podría ser el nártex, una escena fálica al parecer.

 

El hombre prehistórico de Revenga habita en las cuevas de la Cerca, cuya plataforma es celtíbera. Fechar el tiempo es difícil; los arqueólogos las sitúan entre el siglo VIII y IX.

 

Parece que son habitados estos poblados por los mozárabes que vienen huyendo desde Mérida por Termancia-Uxama y Clunia y se internan en la espesura de estos montes.

 

Quizás en las acometidas de Almanzor, quizás en la que hizo destruir en 1002 el monasterio de San Millán de la Cogolla al otro lado de esta sierra en La Rioja.

 

En el 1008, Sancho, el de los buenos fueros, como le llamaba el pueblo, según el viejo pergamino, dona al abad Martín del monasterio de San Millán las tierras y caseríos de Revenga y su monasterio que, según el cronista Fray Valentín de la Cruz, había en Revenga de monjes sidorianos y que por esas fechas se encontraba desierto, según el documento que firman tres obispos y cuatro altos dignatarios.

 

Pasado el tiempo, en 1213, después de la nueva repoblación a la que estos pueblos serranos ayudan a Fernán González llegando hasta la línea del Duero, queda despoblado y son entregados todos estos territorios a la abadía de San Pedro de Arlanza, por voluntad de Alfonso VIII.

 

Después de las guerrillas del cura Merino contra Napoleón por estas tierras y de las galopadas de Balmaseda durante la primera guerra Carlista, volvería la paz y el sosiego a estos Pinares de la Alta Sierra.

 

Cuando Revenga muere por despoblación, el monasterio de San Pedro de Arlanza lo cede a los vecinos del actual comunero. Los tres ayuntamientos: Quintanar, Canicosa y Regumiel establecen una rotación trienal; cada pueblo dirige y gobierna durante un año.

 

(www.canicosa.8m.com)