ANIMALIA
Las
noches invernales de nuestro pueblo actualmente son cartujanas. El
silencio raramente es
rasgado
por el ladrido de un perro, que encerrado en una cochera, es asustado por
alguien que
transita por la calle y cuyos efluvios le han puesto en tensión
desesperada.
¡Qué
tiempos pasados cuando a una nota musical perruna le respondía un
cadencioso coro
con
tono, timbre e intensidades diferentes según distancia, potencia de
voz...! Los perros incultos
y
pueblerinos vagaban libremente por las calles en las noches veraniegas...
Pero qué puñetas...
la
amenizaban a altas horas de la noche con sus armónicos ladridos en un
concierto improvisado.
¡Para
qué dormir!
Una
serenata monocorde de percusión interpretan las yeguas, cuando aparecen
inoportunamente
en el casco urbano por la noche en un descuido y su marcha no es
interrumpida por ningún
humano, con los tantanes de las herraduras y las pezuñas golpeando el
hormigón produciendo el efecto tambor con la resonancia del trueno. Si hay
suerte, puede embelesar el solo musical de un
relincho afinado.
En la
principiante primavera una audición cencerril la orquestan las vacas que
se entrometen
por las
callejas del pueblo a horas intempestivas en busca de la hierba virgen
recién brotada. Y es
entonces cuando oyes el chirriar de la puerta de la vecina, el ¡arre!
¡arre! y un golpe seco... para
proteger su jardín.
En ese
sin dormir de las personas mayores traspasan los aires noctámbulos de
febrero y marzo
los gemidos lastimeros, constantes y prolongados de las gatas en celo.
Suelen terminar a veces
con un bufido, inicio de una desbandada.
El
recital de bramidos y de la levitación de los badajos era más frecuente
hace unos años a la hora de la siesta veraniega cuando el ganado vacuno se
estabulaba dentro del pueblo y en la espera de entrada a la cuadra
aprovechaban para "segar" la hierba de los alrededores de la vivienda.
¡Y ahora! Hasta en los terrenos intramuros de la iglesia se tiene que
cortar con la máquina
cortacésped... EI mismo parque de San Roque la "obreriza municipal" lo ha
limpiado con una desbrozadora.
El pasto de Reíais alcanza casi el metro de altura. Si llega el mes de
septiembre y no
ha
sido pacido por los animales ¿no será un gran peligro en caso de incendio?
¿Habrá, con el
paso de
los años y la mengua de los habitantes de nuestros pueblos, que comprar
rebaños de
burros
para que pazcan los herbazales?
¡Qué
tiempos los de antaño! Ese trabajo de siega en el casco urbano no era
necesario. Todo lo
rapaban los dientes del ganado... pero entonces nos quejábamos de la
suciedad de las calles
donde
se acumulaban las "moñigas" y nos molestaban a nuestra nariz sus
emanaciones.
Los de
oído fino pueden escuchar hasta el roer de un ratón o de una rata.
Dormitando, justo
antes
de irte a la cama, estabas viendo la televisión cuando vislumbras que algo
se mueve entre los sillones. Grita la mujer. Te sobresaltas: ¡es una rata!
Ante la situación tan angustiosa se requiere
mantener la serenidad. Coges el mango de un cepillo e intentas azuzarla
para que salga de
detrás
de la librería donde se ha metido. Moverla requiere retirar los libros y
vajilla ya que su peso
es
brutal. Se abren las puertas del comedor, se coloca un tablero en el
portal para que su único camino de salida sea la calle. Se intenta con el
palo aguijonearía pero no se sabe en qué punto concreto se encuentra. Se
golpea el mueble... Inútil. Se cierra la puerta del comedor cuidadosamente
y se va a la cama con la idea en el subconsciente que hay una rata en
casa. Pero antes se la echado veneno. Mañana será otro día. La musiquilla
sigue ahí. La rata en casa... A la mañana
siguiente, ni ha probado la ponzoña. Se intenta en varias ocasiones montar
toda la parafernalia
del día
anterior para espantaría durante el día pero no da señales de vida.
¿Tendrá que dormir durante el día? Cuando llega la noche y se está viendo
la tele... algo se mueve. Sin producir ningún ruido se coge el mango del
cepillo, uno está preparado, y se planta donde había pasado la noche para
que no pueda refugiarse en el mismo lugar; se abren las puertas; y se arma
ruido... y
la
rata desapareció en la noche por el umbral de la puerta. Tiene nuevo
refugio: ¡la alcantarilla de
donde
habría salido!
En esa
semivigilia de la penumbra sueño-consciencia, al borde del amanecer, un
tumulto de voces irreconocibles e intraducibles llegan a borbotones a los
tímpanos acompañados del sonido
de
arranque del diésel de alguna furgoneta. ¡Qué diantres! Ah, son los
rumanos que ponen en
marcha
el campamento hacia la recolección de los hongos.
Cuando
parece que has alcanzado el sueño, suena un despertador... Es el rugido
del motor de
un
camión que al clarear el día baja cargado de pinos de la corta vecinal y
al que le chirrían los
frenos. Es una de las ventajas de vivir a pie de carretera.
Cuando
una gélida mañana invernal abres tintando la puerta de la gloría para
dejarla cargada un revoloteo te asusta. Ha pasado cercano a tus orejas un
cohete. No reaccionas del susto. Recuperado
el sosiego te das cuenta que ha sido un gorrión que se debió caer de
madrugada por la
chimenea y que ha visualizado una bocanada de luz por donde salir.
Y lo
comentas con María que saca un mantel donde ha recogido las migas de la
cena para
arrojarlas sobre la acera. Vislumbras en la cornisa del tejado media
docena de gorriones esperando
que desaparezca por la puerta para bajar a devorarlas. A las diez de la
mañana "fumarrean" las
chimeneas de las Marías, Seve, Damiana...
¡Al
patio de las escuelas han llegado nuevos alumnos! Con su algazara de
cencerros solicitan a
voces
su matriculación que no es tramitada por no cumplir los requisitos
legales. A duras penas
aceptan su desalojo que se produce por un antidisturbios que vocea: ¡Oh!,
¡oh!, ¡oh! En agradecimiento
por el desayuno herbáceo dejan una tarta perfumada.
Te
encuentras con la otra de las Marías al mediodía y te comenta que has
tenido que dar cinco
veces
al motor de arranque del coche hacia las nueve menos veinte de la mañana.
Le das explicaciones:
Los calentadores del motor de gasoil no van bien, que tendrás que
cambiarlos... y que
tan de
madrugada ibas a hacerte unos análisis al centro de salud de Quintanar.
Alguien
grita en el piso de arriba. Otro sobresalto. ¿Algún accidente? Se suben
las escaleras
precipitadamente. Todo el escándalo se ha producido por una lagartija que
se colado por la ventana
y que se esconde entre la ropa recogida del tendero. No es difícil
atraparla al vuelo en su torpeza entre la ropa. Había trepado la pared
rugosa de la arenisca. Se deposita en el espacio de
hierba
frente a la casa. ¿Volverá a conseguir el mismo récord de altura?
Cuando
uno se va haciendo mayor se está todo el día de duermevela. Se tiene el
día y la noche
para dormir y para estar despierto. Se duerme y se está de vigilia. En los
insomnios ha surgido
la "animalia". Cuando eras joven dormías de un tirón. La edad se va
subiendo a la chepa. Se
va
teniendo miedo al tiempo, al tiempo del tiempo... ¿Me llegará a tiempo la
vacuna contra la vejez?
¿En el futuro se podrá aplicar el eslogan del anuncio de la estufa
catalítica de los años sesenta
del siglo pasado: "Moraleja, compre un AGNI y tire la vieja"? ¿Pero
entonces si uno se hace
eterno
quiénes tendrían que trabajar para cobrar uno la pensión eterna? •
JESÚS CÁMARA OLALLA |