JESÚS CÁMARA OLALLA
Reliquia de San Esteban
La reliquia de San Esteban Protomártir de la parroquia de Canicosa de la Sierra se da a besar el día de su fiesta patronal, 26 de diciembre en el interior de un corazón carmesí de vidrio del que emerge una llama metálica. ¿Cómo llegó a la parroquia?
En 1876 el llamado “Patriarca de la Sierra”, Aniceto Salas Izquierdo, natural y vecino de Castrillo de la Sierra, peregrinó a Roma donde estuvo 11 días visitando los Santos Lugares y besó el anillo del Papa Pío IX. Donó al Pontífice 110 pesetas: 25 suyas y el resto de los párrocos de Castrillo, Salas, Hacinas, Moncalvillo, Palacios de la Sierra y del arcipreste de Canicosa de la Sierra D. Gonzalo ...
Compró quinientas medallas y cincuenta rosarios, bendecidos por el Santo Padre, que repartió entre amigos y paisanos.
En una breve autobiografía escribe:
«Traje la Santa Reliquia
del Protomártir citado
y al pueblo de Canicosa
se la di como regalo».
¿Quién fue el Patriarca de la Sierra? Aniceto nació en el año 1822 en Castrillo de la Reina en una familia con cierto bienestar. De los 12 a los 21 años ejerció el cargo de sacristán de la parroquia de San Esteban de Castrillo de la Reina. A los 21 años se hizo Maestro de Instrucción Primaria empezando a ejercer interinamente y en 1844 le dieron la propiedad de maestro de Castrillo donde ejerció durante 35 años. Y en este tiempo instruyó «a las dos terceras partes de los varones y de hembras la mitad de las que saben leer». En su matrimonio tuvo cuatro hijas de las que sobreviviría Casimira.
El patriarca de la Sierra con dos de sus nietos
A los 32 años el obispo del Burgo de Osma le nombró notario apostólico. Este era una persona que daba fe o autentificaba los documentos y tenía a su cargo la escrituración de las actuaciones civiles, criminales, económicas y patrimoniales de una diócesis eclesiástica.
Enviudó cuando al cumplir los 50 por lo que pasó a vivir con la familia de su hija. Vestía sombrero negro y amplio, gabán con grandes bolsillos llenos de rosarios, estampitas, medallas...
Comía siempre en familia bendiciendo la mesa. Trabajaba mañana y tarde en la huerta. Los niños salían a besarle la mano ya que sabían que les daría alguna cosilla. Rezaba el rosario de quince misterios. Por la noche uno de los nietos leía en voz alta el Año Cristiano, la Historia Sagrada u otra lectura piadosa y a continuación se rezaba el rosario mientras se preparaba la cena.
Como conservador y religioso de pura cepa bajo el lema “Dios, Patria y Rey” del carlista y defensor del absolutismo de los reyes le atrajeron la persecución de los adversarios en varias ocasiones. Sentía gran aversión al sistema electoral porque “había traído la discordia entre las sencillas gentes de los pueblos”. Quiso imponer el mayorazgo a sus cuatro nietos, sistema por el que el mayor varón heredaría los derechos de sucesión. A los tres restantes los destinaba a un monasterio. No lo consiguió. Solo profesaría como benedictino en el monasterio de Santo Domingo de Silos uno, el P. Saturio González.
La vida de este anciano, ejemplo de todas las virtudes, con fama de piedad y con desprendimiento hacia los necesitados, era bien conocida por toda la comarca en la que era llamado con el sobrenombre de “El Patriarca de la Sierra”.
En 1875 visitó por devoción Santiago de Compostela, en 1877 la Virgen del Pilar de Zaragoza, en 1878 el convento de La Vid (Burgos) donde estuvo 14 días de ejercicios espirituales y en 1879 fue 9 días a Loyola (Guipúzcoa) a otros ejercicios espirituales.
Se jubiló a los 70 años, dedicándose entonces exclusivamente «al gran negocio de su eterna salvación».
Murió el 13 de marzo de 1898 a la edad de 76 años. Su muerto su cuerpo fue revestido con el hábito de san Francisco a cuya orden terciaria pertenecía. ∎