CANICOSA DE LA
SIERRA
"RESPUESTAS GENERALES"
"Síntesis
socioeconómica de la villa de Canicosa a mediados del siglo XVIII en que
tiene lugar la elaboración del Catastro del Marqués de la Ensenada y
cuya documentación básica se encuentra en el Archivo de la Diputación
Provincial de Burgos en varios volúmenes manuscritos que en esencia son:
"Respuestas Generales", "Libros Mayores de lo Raíz" "Libros Personales"
y "Memoriales". Copias de las dichas "Respuestas Generales"
existen en el Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas,
Libro 12, y en el Archivo
Municipal de Canicosa."
A mediados del siglo XVIII
D. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada Secretario
de Hacienda con Felipe V, inició una nueva política fiscal que suponía
la recaudación directa de impuestos por el Estado, prescindiendo de los
arrendadores. Proyectó una Única Contribución para sustituir las rentas
provinciales por una sola contribución, para lo cual se efectuó un
Catastro en las veintidós provincias de la Corona de Castilla, llamado
"Catastro de Ensenada. Su finalidad era averiguar la riqueza,
cuantificarla y fijar un porcentaje sobre ella con el que en adelante se
contribuiría. La cantidad así obtenida seria equivalente a lo que la
Real hacienda percibía por rentas provinciales.
Serán los peritos y
capitulares de cada pueblo los que en las Respuestas Generales
proporcionen la relación de industriales y comerciantes allí
avecindados, fijando a cada uno lo que se le estime de utilidad. Y el
resultado de las respuestas a las cuarenta preguntas formuladas a cada
población es una relación completa de profesionales industriales y
comerciantes a los que según los ingresos por actividad se le regulan
utilidades globales.
.
Ahora bien la regulación de
dichas utilidades planteaba problemas en el caso de retribuciones
estimativas como era el de los arrieros y carreteros encargados del
transporte a corta distancia los primeros y a larga distancia los
segundos, distinguiendo a su vez la modalidad de carretas de "puerto a
puerto" que cubren el transporte a larga distancia y las carretas
"churras" u "ordinarias" cuyo radio de acción era más limitado. Es el
caso de los pueblos englobados en la Cabaña Real de Carreteros de
Burgos-Soria, institución creada por los Reyes Católicos en 1497 y que
básicamente eran: Canicosa, Palacios, Vilviestre, Quintanar, Regumiel,
Rabanera, Hontoria, etc.
Así en las respuestas en el
caso de la arriería sólo se encuentran datos globales de gastos, sin
detallarlos. En el caso de los carreteros ciertas operaciones se
describen pormenorizadas y serán objeto de reavenguaciones por parte de
subdelegados porque las utilidades eran tan cortas que los dichos
subdelegados no podían darlas por ciertas Es decir, al fijar unos
ingresos brutos por carreta muy bajos, probablemente falseados, la
utilidad consiguiente quedaba muy reducida, de ahí que los peritos
fijaran las cantidades de la utilidad neta anual.
Hay que tener en cuenta que no sólo es un
catastro sino una fuente de valor indiscutible por cuanto contiene
además datos sobre montes , agricultura, ganadería y estructura
profesional de la población Y del estudio del Catastro se desprende que
el monte pertenecía al pueblo, era monte del común, explotado
comunalmente durante siglos por los vecinos. Asimismo, se concluye que
en el siglo XVIII la explotación forestal como medio de vida desempeñaba
una función de menor importancia que en la actualidad debido a los
precios más bajos de la madera, las limitadas posibilidades de
transporte y por el hecho de que el monte no estaba sujeto a una
explotación científica. Otros medios de vida eran entonces de mayor
interés: la carretería, la arriería y una. agricultura y ganadería que
servía para cubrir las
necesidades locales, en una economía de mera subsistencia.
La introducción del documento
se refiere a la fecha en que el acto tiene lugar: 17 de julio de 1.753;
el objeto del mismo, es decir, "la averiguación de efectos sobre que se
ha de fundar la única contribución; y los comparecientes:
"El Sr. D. Melchor Sáenz de
Tejada Juez Subdelegado por Su Majestad, Juan de Martín Andrés Alcalde
ordinario en propiedad, Francisco de Bartholomé Valgañon Teniente de
alcalde también ordinario, por ausencia del propietario que lo es
Domingo Mateo, Francisco Abad Gil Teniente Procurador Síndico General,
Bentura Chapero y Francisco Bartolomé Abad, Regidores, que todos
componen el Ayuntamiento de esta dicha villa, Mathias Andrés, Marcos
Balgañon, Juan de Pedro Marcos y Santos Vezana Peritos nombrados por
dicho Ayuntamiento y Don Joaquín de la Cruz, Cura propio. Todos ellos
juran "decir verdad de lo que supieren y les fuere preguntado y en su
virtud siéndoles leído dicho interrogatorio declararon y respondieron lo
siguiente".
Las diez primeras preguntas se
refieren al nombre "... dijeron que esta villa se llama Canicosa"; al
tipo de dependencia "...dijeron que es de realengo y que las alcabalas,
tercias y otros impuestos los recibe el Duque de Frías en nombre de
S.M." (de realengo son los bienes territoriales de la corona bajo el
dominio y administración de los monarcas; dependen directamente de la
potestad real); a la extensión territorial del término y linderos; a las
especies de tierra "... dijeron que las tierras que se hallan en el
término de esta villa todas son de secano"; a los plantíos de árboles
como frutales y otros "...dijeron que son silvestres como pinos, robles
y algunos encinos"; a las especies de frutos que se recogen en el
término"... cebollas, lechugas, berzas, hierba, miel, cera, queso,
corderos, cabritos, pollos".
Es interesante la pregunta 15ª
"Qué derechos se hallan impuestos sobre las tierras del término como
Diezmo, Primicia, Tercio Diezmo y otros, y a quién pertenecen". La
respuesta es que todos estos impuestos se reparten entre el cura,
presbítero, el Cabildo de la Catedral de Osma, la Fábrica Parroquial y
el Duque de Frías.
Se pregunta si hay minas,
salinas, molinos harineros, batanes u otros artefactos y la utilidad de
cada uno por año y se responde que "hay un batán para pisar sayal y
algunos molinos abandonados por sus dueños".
La pregunta 20ª se refiere a
las especies de ganado que hay en el pueblo y se responde que se ignora
el número de ganado vacuno que se ocupa en el tráfico de la carretería,
el de las vacas de vientre y el de ganado mayor y menor. Se añade que
existen varios vecinos que se ocupan de la conducción y venta de los
tauretes, sillas y otros menajes que se fabrican en la villa. Sobre el
número de vecinos y casas de que se compone la población '"contemplan
habrá como cien vecinos y cien casas".
Se pregunta cuántas tabernas,
mesones, tiendas, panaderías, carnicerías mercados, ferias, etc. hay se
responde "...a Bernardo López de oficio tabernero le regulan de utilidad
cinto veinte reales, a Antonio Gil por su oficio de mesonero doce reales
y a María Martín por su tienda de aceite, vinagre, pescado y legumbres
cuarenta y cuatro reales".
Si hay hospitales "... dijeron
que en este pueblo hay una casa del común destinada para hacer caridad
albergando a los pobres transitantes."
Si hay algún cambista o
mercader "... dijeron que nada de lo contenido en esta pregunta se
entiende en esta villa".
Se pregunta si hay en el
pueblo algún tendero de paños, ropas de oro, plata y seda, médicos,
cirujanos, boticarios, escribanos, arrieros... Se responde que a Santos
Vezana Marcos por su oficio de maestro de niños y de sacristán le
regulan de utilidad unos mil reales que recibe del Concejo; se cita como
cirujano a Joseph Vizente, a Bernardo López y a Francisca Vitoria como
porteadores de vino con cuatro caballerías mayores y una mayor, por lo
que se les regula la utilidad correspondiente.
A propósito de los oficios que
se expresan en la anterior pregunta, transcribo literalmente:
"... y mediante a que en esta
villa diferentes vecinos se ocupan y ejercitan en el tráfico de la
CARRETERÍA, antes de pasar a distinguir la utilidad que cada una pueda
dejar a su dueño, suponían haber dos especies de carretas reconocidas:
las de una especie con el nombre de puerto a puerto, por servir por lo
común para portear sal, lana, trigo y carbón y las de la otra especie
con el de ordinarias que generalmente las ocupan sus amos en conducir
madera en el verano a Burgos, Logroño y otras partes de Castilla la
Vieja. Que para que las referidas carretas de puerto a puerto anden
comentes se sirve cada una de ellas de tres bueyes y las ordinarias de
dos. Que una cuadrilla de carretas de las de puerto a puerto se compone
por lo común de veinticinco o treinta, una más o menos, y en su cuidado
y gobierno se ocupan seis hombres distinguidos con los nombres de
Mayoral, Aperador, Ayudante de Aperador, Pastero y dos Gañanes, de modo
que cada uno de los dichos seis criados alcanza el cuidado de cinco
carretas y bajo de este supuesto regulaban la utilidad de cada una de
las carretas de puerto a puerto en trescientos reales y la de las
ordinarias en ciento veinte, advirtiendo que en esta regulación, no
rebajaban otros gastos que el de la yerba (sic) de las dehesas en donde
pastan los ganados, siendo asi que son indispensables otros mayores en
el tráfico de las carreterías de puerto a puerto además de los precios
en la manutención de los expresados criados y paga de sus soldadas.
Y para que el montamiento de
estas conste con toda claridad, anotaban aquí a cuánto asciende cada una
anualmente con respecto al oficio de cada criado de los ciño o seis
referidos y en esta conformidad estimaban la del mayoral en seiscientos
reales, la del aperador en quinientos cincuenta, la del ayudante de
aperador en quinientos, la del pastero en cuatrocientos cincuenta y la
da cada uno de los dos gañanes en cuatrocientos cada uno.
... Y por cuanto muchos
vecinos se ocupan en el trato y venta de tauretes, sillas y otras
menudencias que se fabrican en esta villa, llevándolas a vender con
diferentes caballerías a otros pueblos, prometían también evaluar aqui
la utilidad de cada uno de los que se ocupan en este tráfico...
En esta misma respuesta se
relata la ocupación de los vecinos con la consecuente utilidad. Extraigo
algún caso de arrieros y de carreteros:
ARRIEROS
"A Esteban Abad que se ocupa
con cinco caballerías menores y una mayor en portear sillas, tauretes,
aros de zedazos y de ameros, vendiéndolos fuera de este pueblo, le
regulan de utilidad novecientos sesenta reales".
"A Juan de Bartolomé Blanco
por el comercio que hace beneficiando teas en otros pueblos con tres
caballerías menores cuatrocientos reales"
"A Domingo Gil Covaleda que se
ocupa en portear y beneficiar pan cocido con una caballería menor ciento
veinte reales".
"A Catalina Andrés por el
comercio que hace con dos caballerías menores porteando trigo para
venderlo docientos setenta reales"
"A Antonio Ibáñez por su
oficio de carretero ordinario con dos carretas doscientos cuarenta
reales".
CARRETEROS DE PUERTO A
PUERTO:
"A Antonio Marcos Miguel,
carretero de puerto a puerto con diez carretas tres mil reales. Dicho
Antonio tiene a Joseph Mateo natural de Duruelo y mayor de dieciocho
años de quien se sirve para gañan de sus carretas. Gana de soldada
quinientos ochenta reales con más trescientos de comida. También se
sirve de Juan Rojo, vecino de la villa de Palacios, para aperador de las
expresadas carretas a quien contemplan por su soldada quinientos reales
con más trescientos por la comida".
"A Esteban Pérez, carretero de
puerto a puerto, con dos carretas seiscientos reales y por su soldada de
aperador de las de Juan de Pedro Marcos vecino de esta cuatrocientos
sesenta y seis reales con más trescientos por la comida."
"A Andrés Cuesta, carretero de
puerto a puerto con treinta y cinco carretas, diez mil quinientos
reales. Dicho Andrés se sirve de Blas López vecino de Zebico Navero para
pastero de dicha cuadrilla, a quien contemplan por su soldada
cuatrocientos reales con mas trescientos para la comida. Sirve de
aperador Esteban de Pedro... Así bien ocupa el oficio de pastero
Francisco Ureta. Oficio de gañán Francisco Uzero natural de la villa de
Quintanar.
También se sirve de pastor
para su ganado menor de Joseph Rojo natural de la villa de Palacios
quien gana de soldada 330 reales".
"A Francisca Romero por una
carreta de puerto a puerto trescientos reales..."
"A Francisca Gil por una
carreta ordinaria ciento veinte reales. Dicha Francisca tiene a su hijo
mayor de dieciocho, Juan Marcos a quien por el servicio que hace de
pastero en las carretas de Ventura Chapero le contemplan de utilidad
cuatrocientos cuarenta reales con otros trescientos por la comida. Tiene
a su hijo Joseph Marcos que le sirve en las ocupaciones de su casa.
También tiene a Jerónimo Marcos su hijo mayor de dieciocho cursando en
la Universidad de Salamanca."
En resumen, el numero de vecinos con carreta
según el Catastro es de ciento cinco y doscien tas setenta y ocho
carretas así distribuidas: con una carreta, cinco; con dos, quince, con
tres, cinco con cuatro, tres; con cinco, uno; con seis, ninguno; con
siete, tres; con ocho, uno; con nueve, ninguno; con diez, tres; con
once, uno; con doce, dos; con trece y catorce, ninguno; con quince, uno;
con
dieciséis, ninguno;
con diecisiete, uno; con treinta y cinco, uno; con cincuenta, uno.
Sigo con las respuestas del
Catastro, y en la 33ª se pregunta "Qué ocupaciones de artes mecánicos
hay en el pueblo, con distinción, como albafliles, canteros, herreros,
sastres, tejedores... explicando en cada oficio los que hubiere, el
número que haya de maestros, oficiales, aprendices y qué utilidad pueden
sacar al día cada uno. Y aquí se cita a Manuel Gil como tejedor; se cita
a taureteros, silleteros y gamelleros; a los que se ocupan en componer
carretas, a un zapatero, carpintero, hachero...
A la pregunta (36ª) cuántos
pobres de solemnidad habrá en el pueblo, responden que once.
Cuántos clérigos hay en la
población: Don Joaquín de la Cruz presbítero y cura propio de la Iglesia
y Don Manuel Pascual presbítero y capellán.
El documento concluye diciendo
"... todo cuanto han declarado y respondido es la verdad...
habiéndoseles vuelto a leer se reafirmaron y ratificaron junto con el
dicho Señor Juez Subdelegado, alcaldes y regidores y Procurador que
asistieron..."
Se desprende del análisis del
documento que a mediados del siglo XVIII la carretería era una actividad
económica en la que se ocupaba buena parte de la población de Canicosa,
de ahí que incida sobre el tema. En efecto, los grandes viajes se hacían
por grupos de veinticinco a treinta carretas que formaban una cuadrilla.
De su cuidado y gobierno se ocupaban seis hombres, carreteros, con
categoría profesional concreta: mayoral, aperador, ayudante de aperador
o teniente, pastero y gañan. El mayoral iba al mando, administraba y en
muchos casos era a la vez propietario; acompañaba las carretas a
caballo, se adelantaba a la caravana para buscar sitios apropiados donde
desuncir los bueyes o para anunciar la llegada de los carreteros. El
aperador era el técnico, el mecánico y el jefe del mantenimiento; por lo
general tenía bastante trabajo, por lo que le asistía un ayudante o
teniente.
Función especial del pastero
era el cuidado de las bestias de tiro, cuidar los bueyes en los pastos,
en las "disyuntas y disueltas". Los gañanes, hijos de los carreteros,
los más jóvenes y fuertes hacían todo lo que se les mandaba y
especialmente la carga y descarga de las carretas.
Entre
los carreteros había propietarios de tantas carretas que podían
constituir una o más cuadrillas y según el número necesitaban criados
para las faenas diarias. Los empleados eran ordinariamente del mismo
pueblo, pero también de pueblos vecinos. Los propietarios de cierta
cantidad de carretas que no podían formar cuadrilla se unían a otros
hasta alcanzar la proporción deseada de modo que una cuadrilla podía
estar formada por varios propietarios cada uno de los cuales desempeñaba
una función determinada en la caravana y en fin, muchos vivían de su
trabajo en las cuadrillas de otros.
Cada carretería llevaba entre
setenta y cinco y noventa bueyes o vacas Se salía del pueblo o de las
dehesas donde invernaban a fines de marzo o primeros de abril y
regresaban al pastizal a fines de noviembre Hacían alrededor de cinco a
siete viajes por año, con un recorrido diario entre treinta \ cuarenta
kilómetros Hay que entender que en la carretería llevaban lo necesario
para vivir personas y animales, así como las herramientas propias para
el arreglo de las carretas.
El carretero era un
trashumante que vivía durante cuatro meses, de diciembre a marzo, en su
pueblo dedicado a reparar las carretas, a hacer gamellas, tauretes,
pértigas, aimones, ruedas. Cortan los pinos necesarios para la
construcción de carretas, ayudan a las mujeres en la labranza, y el
invierno se dedica también al ocio, a celebrar fiestas unidos en
Cofradías. Pero la mayor parte de su tiempo la dedica al transporte; en
el camino vive y sufre.
Los productos transportados
son de muy diversa índole, pero destacan la sal de Poza de la Sal,
Belinchón, Olmeda. De las salinas se acarreaba el producto hasta los
depósitos y comercios al por menor; madera: tablones, machones, vigas,
gamellas, tauretes... La Catedral de Burgos, las Iglesias de San Lesmes
y San Esteban, El Escorial, conventos y palacios de Lerma, Santander,
Soria, Palencia, es decir, las dos Castillas y el Cantábrico eran
abastecidas por transportistas serranos. Lana en grandes sacas, iban
desde Medina del Campo, Medina de Rioseco, Vinuesa, Tolbaños, Burgos
hasta los puertos del Cantábrico.
Piedra de Hontoria de la
Cantera para construir la Catedral de Burgos y palacios de la provincia
Jaspe cargado en Espeja para San Lorenzo El Real. Carbón, hierro, piezas
de artillería, garbanzos, trigo, aceite, centeno... eran productos que
los carreteros llevaban por toda la geografía peninsular abasteciéndola
de los productos necesarios.
Las carretas ordinarias se
utilizaron para toda clase de transportes, sobre todo agrícolas, dentro
del pueblo o del término y en verano se hacía con ellas uno o dos viajes
hacia Burgos, Logroño y otras partes de Castilla la Vieja para vender
madera. Las dichas carretas ordinarias tendrán vigencia hasta mediados
de nuestro siglo.
Guardo de mi padre el recuerdo
de sus relatos, de sus aventuras y desventuras como carretero que fue de
Canicosa.
ROSARIO
PASCUAL ABAD
Para "El Pinachón"
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FECHORÍAS A LAS QUE SE ESTABA
EXPUESTO CUANDO SE HACIA EL PRIMER VIAJE DE CARRETERO
Era tradicional la caza del
maimón o el gamusino que tenían fama de valer mucho la piel.Para ello se
preparaba el terreno comentando en la posada o en la carretera lo que
habían valido las pieles de tal y cual viaje. También se hablaba de
aquel otro viaje que no se había conseguido pieza. Todo esto se
recordaba en presencia del novato para que fuera tomando nota del
acontecimiento, pero sin dirigirse a él y con mucho disimulo como la
cosa más seria y más normal del mundo
Normalmente la operación solía
desarrollarse en el monte de encina y que existe entre Hortigüela y
Covarrubias. En un lugar determinado se orillaban las yuntas en la
carretera. Se preparaban con un saco, una piel de oveja y algo de ropa
para poder disimular al supuesto gamusino y comenzaba el ojeo. Se
distanciaban un poco unos de otros y acompañaba a la víctima uno de los
que no llevaban el saco. De esta manera y sin dar muchas largas para
perder poco tiempo, los del saco en cuanto topaban con una piedra un
poco lisa y con peso apropiado a las fuerzas del futuro transportista,
la envolvían en la ropa y en la piel para disimular la dureza del
animal. La metían en el saco que lo ponían atado y bien atado y
anunciaban cómo ya había caído pieza para que todos acudiesen allí. Una
vez reunidos en el lugar afortunado, le echan la carga sobre las
espaldas al infortunado y desde este sitio tiene que transportarla hasta
donde están los carros donde se descubre la putada porque el objetivo ya
estaba consumado. Así terminaba el buen rato que habían pasado los
culpables y el remordimiento del inocente que estoy seguro no volvería a
fiarse ni de quien lo trajo a este mundo.
Otra broma para la risa y el
cachondeo consistía en mandar al novicio con la bota y dinero a una casa
no muy lejana de la carretera para que le vendiesen vino. Lo más
probable es que tal casa estuviera abandonada o que incluso podía ser
hasta una tenada de ovejas. Este engaño podía hacérsele fácilmente al
que le tocase el turno aún siendo muy espabilado. No ocurría lo mismo
cuando los mandaban ir por vino a una farmacia y algún listillo-novato
les dijo a los mandatarios que allí iban mejor ellos, A medio camino
entre Villahoz y Peral de Arlanza había un paraje muy tradicional para
la compra de vino. Muy cerca de la carretera existía un montículo y en
todo lo alto permanecía una torre medio derruida que era el sitio ideal
para la broma; ésta se llamaba Torremoronta. Estaba muy próxima a la
carretera y tenía una gran pendiente donde se veía muy bien el trepar al
comprador en busca de la bota de vino que sus buenos compañeros le
habían encargado. Mientras subía a la torre los mandatarios se lo
pasaban bomba y cuando el novato fiel llegaba al montículo, allí no
había ni con quien hablar, volvía grupas en busca de la caravana que
seguía avanzando y a buen seguro que comprendía el engaño poniéndose en
guardia para posteriores encargos de esta naturaleza.
En este mismo paraje, se le
ocurrió a un padre, que sólo iba acompañado de un hijo mozo, mandarlo a
por vino a la ya renombrada torrecita pensando en hacerle una bromita
pasajera y sin ánimo de hacerle un desaguisado, pero salió mal la
jugarreta. Mientras el padre seguía andando con las dos yuntas hasta
llegar a Peral de Arlanza donde estaba previsto el descanso habitual,
unos seis kilómetros. El hijo siguió caminando en distinta dirección
buscando el vino que no había encontrado donde había sido mandado. Así
de fácil, sin comerlo y menos beberlo. al no llegar el hijo al alcance
del padre, éste con gran disgusto tuvo que poner el hecho en
conocimiento de las autoridades para la busca del muchacho, que no tardó
mucho tiempo en aparecer, pero a una distancia aproximada entre ambos de
unos 20 Km. Esta faena que costaría la pérdida de una jomada de camino,
suponemos que sería una lección muy importante para los dos
contendientes, pero en particular para el señor padre que fue el
causante.
Otra de las bromas, también en
uso, acontecía en los fielatos. Estos estaban situados en todas las
entradas de las capitales en su carreteras. El cometido de éstos era
cobrar los impuestos establecidos por los artículos alimenticios que
entraban en la ciudad, exceptuando aquellos que pudieran llevarse para
el consumo de aquel día. Hecha esta aclaración, digamos que también los
que hacían su primer viaje a la ciudad, normalmente todos eran jóvenes,
estaban sujetos al pago de este impuesto establecido por la broma de los
carreteros, pero nunca por el fielato. También aqui se hacían
comentarios sobre el asunto antes de llegar al fielato. Se le aconsejaba
al mozo para que se subiese al carro, se tapase todo lo posible con
mucha ropa y que cuando parasen los carros y subiese el empleado de
arbitrios a inspeccionar si allí había algo que pagar, él tenía que
estar allí más mudo que un muerto aunque lo zarandeasen de un sitio para
otro, lo manoseasen e incluso pellizcasen. Un poco más adelante, tapado
ya el novato, el que subía al carro no era el del fielato pero sí un
compañero de viaje que le propinaba un pequeño recital de pellizcos,
golpes y punzamientos. En cuanto terminaba el cometido, salían andando
con las yuntas y el delincuente tapado en el carro. Al poco tiempo
paraban de nuevo, le mandaban apearse y lo felicitaban por lo machote
que habia sido al aguantar al de arbitrios y haberse librado de pagar
una multa que nunca existió.
En el mismo lugar podía
acontecer otro tipo de broma. Parados los carros en el fielato y el
sujeto-novato bien tapado en el suyo, se ponían de acuerdo con el de
arbitrios haciéndole partícipe de la broma. Éste era el que subía al
carro, descubría el fraude, le hacia bajar del carro y sin ninguna
contemplación le hacía pagar un impuesto. Sus compañeros no paraban de
rogar y suplicar al de arbitrios para que le condonase el impuesto a
aquel pobre desgraciado. Dada la insistencia de los compañeros le
devolvía el importe. El novato además de sufrir el engaño aún quedaba
agradecido de la buena solidaridad de sus compañeros.
Siguiendo con el mismo tema
voy a relatar un hecho presencial ocurrido en el fielato de Falencia.
Íbamos siete u ocho parejas a la feria de San Antolín y al llegar
próximos a este fielato un par de señores que iban en la caravana
advirtieron a un buen mozo, que hacía su primer viaje, de la obligación
que tenía de pagar el correspondiente "arbitrio del fielato". Entonces
el aludido, bien por lo que hubiese oído, bien le hubiesen informado en
casa o bien por propia intuición, se plantó bien plantado de frente a
sus interlocutores y les dijo lo siguiente:
- ¿Pero es que creen ustedes
que yo he nacido en la Edad Media?
Con esta inesperada
contestación dejó "cao" a los dos burladores que en este caso podemos
decir que quedaron burlados. No fue este el único caso de salir
triunfante el novato, ya que algunos salían de casa tan bien informados
que no confiaban ni en ellos mismos.
En los días que duraba el
viaje, entre 12 y 22 por lo general, habia suficiente tiempo para,
además de las novatadas, hacer bromas no muy pesadas para alegrar un
poco el ambiente. La que vamos a contar ocurrió en Covarrubias en un día
de sol. Se paraba entre la carretera y el arco de entrada al pueblo,
junto a las escuelas que ya no están allí. Después de haber comido el
tradicional ajo carretero a un buen señor le desapareció la
cuchara y al buscarla y no aparecer le dijeron sus compañeros que pudo
cogerla un niño de los que allí habían estado y que lo mejor que podía
hacer era decírselo al señor maestro, a ver si de esta manera y por su
intercesión la recuperaba, mal podía aparecer si la tenían sus mismos
compañeros. Allá se presentó nuestro buen amigo ante el profesor
contándole su desgracia, diciéndole que no era por el valor que tenia
pero sí por el servicio que ésta prestaba.
Vamos a contar aquí una de las
ocurrencias a que nos tenía acostumbrados un pícaro que aún come y bebe.
Un buen día que iban tres compañeros de viaje por la orilla de la
carretera, dos de ellos eran jóvenes y marchan delante y el otro señor,
que era mayor, los seguía a unos 15 ó 20 metros. A uno de los primeros
se le ocurrió dejar caer un duro de aquellos de plata que los podía ver
un ciego, con la única intención de ver sus comportamiento del compañero
que venia a la zaga y de reírse un poco. La reacción del buen señor fue
la normal, vio un duro, lo cogió y lo guardó sin pensar quién pudo
perderlo. Entonces los de delante que iban mirando de reojo vieron cómo
se lo guardó y le preguntaron si se había encontrado algo. El contestó
que no había encontrado algo ni algas y que no había encontrado nada de
nada por lo que tuvieron que contarle el motivo de la bromita. Con todo
y ello les costó el que soltara el duro el cual no debiera devolver a
cambio del precio de la broma.
TIMOTEO MARCOS CUESTA
Para "EL Pinachón"
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