Introducirse en la historia de Canicosa de la Sierra (también se apellidó del Pinar) es entrar en un laberinto donde no se sabe muy bien dónde va a llevar el camino escogido. Convergen y se entrecruzan hipótesis y estudios fundados, con intuiciones y elucubraciones de caminantes, incógnitas y aseveraciones que no acaban de encajar y se prestan a interpretaciones subjetivas. Cuánto más en lugares como estos, donde la naturaleza y la crudeza de su hábitat los han dotado de cierto hermetismo y más de lucha por la supervivencia que de miradas al pasado, muchas veces diluidas en el tiempo.
Por esto, en esta página no pretendemos más que tratar de recoger todos los trabajos, todos los conocimientos que, aunque escasos, se tienen sobre el tema, sin dar por sentados más que los que la evidencia, y la ciencia, consideran irrefutables, quedando abiertos a cualquier tipo de conjetura y de aportación destinada a desempolvar el libro de la historia que, juntos, debemos descifrar. invitamos desde aquí a la coparticipación en los hallazgos y en la documentación, sobre los que hay un creciente interés en la Comarca.

Canicosa forma parte en todos los aspectos, incluido el histórico, de un contexto uniforme condicionado por la existencia de un ecosistema con unas características particulares, que tiene más de pequeño país que de núcleos aislados o incoherentes.

FORMACIÓN GEOLÓGICA
Los enclaves de las Sierras de Urbión, de Neila, de La Demanda, Cebollera, insertadas en el noroeste del Sistema Ibérico, están, dentro de la Península, entre las formaciones geológicas más antiguas. Se remontan a la Era Secundaria y concluyen su conformación en el Cuaternario, con la era glaciar, que acaba de esculpir sus montañas y valles.

PRIMEROS HABITANTES
En el período jurásico parece evidenciarse la existencia de un pequeño mar interior en estos valles, una vega cálida poblada de grandes árboles y plantas exuberantes que hoy reconocemos en zonas más tropicales, como las palmeras.

En Canicosa se pueden observar en muchos lugares vestigios de una fauna acuática, numulites, belemnites, conchas, bivalvos (almejas) íntegros, y restos fosilizados de plantas y árboles.

Como en otros lugares de la zona existen (o se habían evidenciado) ignitas que dejan testimonio de la ruta de los dinosaurios. Se desconocen yacimientos de restos fósiles, por lo que de momento solo se puede considerar el paso de estos animales por el lugar. Las huellas más reconocidas fueron, al parecer, eliminadas por la ubicación en su lugar de nuevas edificaciones. Canicosa, como Regumiel, como Duruelo, y como numerosos lugares en las estribaciones Demanda-Urbión-Cebollera, está ubicada dentro de la zona más significativa de la Península en relación a la presencia de estas criaturas, aunque como en todos los aspectos que corresponden al origen y la historia del territorio, necesita de una mayor atención.

Respecto a los primeros asentamientos humanos no se conocen referencias relevantes, hallazgos importante que nos hablen de los primeros trabajadores de la piedra, del Paleolítico. Es de suponer que en su situación, y teniendo como referencia hallazgos próximos, estuvo igualmente poblada que la comarca de Atapuerca, la de Salas de los Infantes, o la de Espeja de San Marcelino por ejemplo, donde, además del mayor hallazgo de nuestros más lejanos antecesores (Sierra de Atapuerca), existen muestras de cantos trabajados (Espeja y Salas) que nos hablan de un período que nos llevaría al Paleolítico Inferior, en un abanico que comprendería varios miles de años. No muy lejos de aquí existen pinturas rupestres al aire libre, en Covaleda y Duruelo, que nos hablan de una presencia pictórica de finales de la Edad del Bronce y principios de la del Hierro, y que contienen rasgos definidos en la cultura ibérica, y se habla también en hallazgos de la zona, de cierta confluencia con culturas del oeste peninsular que tendrían su razón de ser en el impulso de la trashumancia, presente, al parecer, desde los primeros tiempos del neolítico.

Pero obviando que esto ha sido así, las referencias más palpables de las que se podría hablar se remontan a la Edad del Hierro y aunque, como en todo caso, faltan estudios serios y excavaciones, se pueden entrever, intuir, conjeturar, las formas de vida de algunos milenios antes de nuestra Era en esta zona. Como ocurre en todos los aspectos sobre las circunstancias poblacionales, económicas e históricas, no se puede aislar a Canicosa de la referencia general de su entorno, un entorno relativamente amplio pero definido. Por eso no vamos negar que en estos parajes hubiera pobladores bastante antes de lo que generalmente se supone, o se delimita.

CUESTIÓN ETIMOLÓGICA DEL NOMBRE DEL LUGAR
Cuando se adoptó el escudo actual de la Villa, se hizo referencia a la etimología latina a la hora de descifrar la procedencia del nombre del poblamiento. Según esto, Canne-cosa, sería un "lugar de cañas".

Nos descubrimos ante estudiosos eminentes como Valentín Pascual de Miguel que dan como más probable este origen, a la hora de distinguirlo entre otras probabilidades. Así, se barajarían las formas KANNA, denominación escrita en el siglo IX, CANNECOSA, CAÑICOSA, y otros orígenes del vocablo como "cuni-colosa = lugar de conejos", "Canus-cosa = de canas o nieves abundantes" o "Canis-cosa = lugar de perros"  (haciendo referencia a Spinaz del Can, en el Libro de Mío Cid - "Cagaperros", lugar de la villa).

Pues bien, algunos queremos aventurar otro origen, desde nuestro punto de vista, quizás más lógico y remoto. Los últimos trabajos en la zona sobre los orígenes célticos de las poblaciones de la región, nos invitan a abrir otras vías.

Algunos estudiosos reconocen la partícula KAN- en el antiguo idioma céltico, e incluso en el precéltico. Hay quien lo identifica con la palabra SOL y quien lo identifica con "lugar en la altura". Para unos KAN-tabria, o los Montes de O-KAN (Oca, Burgos) serían del mismo origen que KAN-NIKOS (lugar o altura de... ¿Nikos?). Para quienes lo consideran precéltico y lo adivinan entre la convergencia ibero-vascona, su origen provendría de GAN (gain=altura) y GOSA (paso), "paso en la altura". Hay que tener en cuenta que no sería extraño un sonido celtíbero o vascónico, frecuentes en la zona, como el vocablo Urbión (reconocida en el vascuence = Dos vertientes de agua, Ur-bi-ona = Dos aguas buenas).

Además de  las raíces latinas observadas por Valentín Pascual en KANNA o KANNECOSA, basa su argumentación en la existencia de un lugar antiguamente poblado de cañas, una laguna - hoy drenada-, en un pequeño ecosistema húmedo poblado por juncos, ánades y aves migratorias (El Cañucar). Y no le falta lógica. Sin embargo, esta orientación estaría situada en la entrada que procede desde Quintanar Es reconocible que, en la actual ubicación de Canicosa, el primer asentamiento se produjo en lo que hoy se llama Barrio de la Virgen. Este asentamiento queda al otro lado del cañizal, a una distancia considerable, digamos que en otra orientación o vertiente.

Ante estas observaciones, algunos creemos  que los que poblaron el "Barrio de María", bajaron de KAN o GAN, es decir, DE LA ALTURA.

LA HIPÓTESIS - STA. LUCÍA
RESTOS DEL TEMPLO DE SANTA LUCÍALos estudiosos del tema céltico parecen estar de acuerdo en una cuestión básica: en aquellos lugares donde hoy existe un templo o ermita dedicado a Santa Lucía,  las culturas halstáticas habían dedicado, tiempos atrás, un templo (natural, pues no se les conocen construcciones) como culto al dios céltico LUG, un equivalente al omnipotente Júpiter de los romanos, dios de la luz, el SOL.

No muy lejos de la ermita, sin pruebas palpables, sin la confirmación histórica que las excavaciones otorgan, existe un enclave en el que se puede presumir la existencia del primer asentamiento tribal de los antiguos canicosos.

EL CASTRO DE CANICOSA
Cada día aparece más nítido el concepto sobre los antiguos pobladores, ya civilizados, de esta región. Sin entrar en la disquisición del origen étnico de los más primitivos o autóctonos, se da por sentada la repoblación céltica de estos lugares hacia el siglo VII A.C.

Procedentes, al parecer de la región belga, los pelendones, adoradores del dios Belenos (Belendi-belendones), llegaron, supuestamente, en la primera oleada de pobladores celtas. Eran eminentemente ganaderos y metalúrgicos, versados en las artes guerreras y bien armados.FLANCO INACCESIBLE DEL CASTROHay quien, como   Juan Luis García Alonso, filólogo de la Universidad de Salamanca, a través de la lingüística, sospechan que su origen étnico podría ser precéltico, pero sería en esta época donde se distinguen hoy sus características. Es la cultura de los Castros, en concreto, la Cultura de los Castros Sorianos, llamada así por la abundancia de estos asentamientos de similares características en esta provincia, tan cercana a la sierra burgalesa.

Los castros son poblamientos amurallados en parte, ya que se ubicaban junto a defensas naturales, localizados en altos de buena visibilidad y a una altura entre los 1100 y 1400 metros. Eran lugares con acceso al agua y desde donde se podía controlar el pasto de los ganados, y las posibles acometidas de invasores. Dentro del recinto se edificaban casas rectangulares, al modelo celtibérico (Ver PELEDONES).

FILA PÉTREA DE RESTOS DE MURALLAEn el Castro de Canicosa se adivina la defensa natural hacia el norte y noreste. Inaccesible; y derruida por el tiempo -u otras razones-, en cúmulos de piedra menuda, se puede reconocer la muralla artificial que completaba el cerco. La visibilidad desde allí es impresionante. Si uno imagina el monte cubierto de robles más que de elevadísimos pinos, puede hacerse una idea de la situación privilegiada del enclave. Al sur los pastizales. Y formando las diagonales de un cuadrado hipotético, los asentamientos hermanos de Quintanar, La Cerca (Revenga) y un supuesto asentamiento junto al alto de Araña.

Cerca de este lugar se adivina, igualmente, un campo de tumbas. Losas gruesas y planas, algunas removidas por los arados, que parecen señalar confusamente una necrópolis. Todo ello pidiendo a gritos un estudio profundo y pormenorizado para desenterrar el conocimiento sobre nuestros antepasados.

(Ver "TRES CASTROS", por Jesús Cámara)

LAS NECRÓPOLIS
Como en el caso de los dinosaurios, sólo se puede atestiguar quien habitó estas tierras cuando se da con la fosilización de sus restos, o en el caso del  hombre, con sus enterramientos. Mientras, sus huellas sólo se pueden considerar "de paso".

En el caso de Canicosa, se abren conjeturas contradictorias a nivel de observación.Como ya hemos descrito, sólo la excavación podría aseverar que en las proximidades de SantaUNA DE LAS SUPUESTAS TUMBAS Lucía existe un lugar destinado al reposo de los muertos. Pero, lo que a simple vista llama la atención es que la forma de las losas seleccionadas pueden darnos la idea de una "tapa" de tumba antropomórfica, lo que chocaría con la costumbre céltica de la incineración, y nos llevaría a pensar en otro tipo de asentamiento incluso anterior. Por otra parte, dentro del complejo del castro, existe una alineación de grandes losas rectas que por su ubicación no se pueden confundir con las típicas "piedras hincadas" de carácter defensivo de los castros, si no que más bien parecen los restos de un monumento megalítico, o una tumba de galería más típica de la Cultura del Argar, anterior a lo céltico. Para completar el rompecabezas, hay que destacar en la falda de la montaña, y bastante ignorados entre el paisaje vegetal, ciertos túmulos de piedra menuda que dan que pensar:  en un entorno donde las rocas sorprenden por su grandiosidad, donde los agricultores no han tenido que apartar las piedras de sus sembrados para recogerlas en un lugar determinado, la presencia de estos amontonamientos es, cuando menos, misteriosa.

Los pelendones, al igual que sus hermanos los arévacos, y a diferencia de otras tribus que hoy se¿ARQUERO PELENDÓN?las dan de inaccesibles a los imperios, defendieron hasta su aplastamiento la independencia, lo que les costó un duro castigo romano, después, a nivel de ciudadanía. Con la paz romana, los pueblos que habitaban las montañas, descendieron a los valles. Algunos por haberse liberado de temores y enemistades, y otros, por la fuerza. Se desconoce este dato de Canicosa, pero una nueva vida se asentó en el pequeño valle debajo de Las Muelas.

En el lugar más elevado del nuevo asentamiento de entonces está hoy la iglesia. En la iglesia se esconden algunas claves. Como referencia más significativa, el guerrero pelendón que encabeza la antigua entrada a la misma. Descrito como la estela o la tapa de alguna tumba pelendona, representa un ¿arquero?. Se ignora su procedencia, si fue recogido en el entorno, digamos que en el castro, o si ya estaba en aquél lugar desde un principio. El caso es que la iglesia, como ocurre en otros poblamientos cercanos, está edificada sobre una necrópolis.

NECRÓPOLIS DE CUYACABRASCanicosa se ubica en lo que se reconoce como uno de los complejos más importante de Europa en necrópolis de este tipo. No digamos enterramientos, si no empedramientos. Los más relevantes son los de Cuyacabras en el término de Quintanar y el de Revenga en terreno comunal. A todos se les atribuye la ubicación de un templo cristiano, aprovechando paredes o suelos de roca para sostener el entramado de la estructura del edificio (muy representativo la iglesia de San Yuste -Santiuste- en Castrillo de la Reina), y la excavación de las tumbas en su entorno, siendo las tumbas infantiles las más cercanas al templo.IGLESIA DE SANTIUSTE (CASTRILLO)En los estudios se datan estos enclaves en la Alta Edad Media, se señala la orientación cristiana de las tumbas (Jerusalén), se explica la excavación de pequeños cubitos de piedra insertados en la roca como lavaderos de difuntos o pilas de bautismo y se habla de los siglos IX, X y XI para fechar su existencia. Pero ante esto se produce un vacío temporal que da lugar a numerosas preguntas por parte de los profanos, que desearían ver respondidas. Por ejemplo, si aun reconociendo la existencia de un anterior templo visigótico cristiano -como es el caso-, no pudo haber ocurrido que, como en el probable de Santa Lucía, hubiera sucedido la cristianización de un templo pagano en el mismo lugar. O el por qué a la existencia de bajorrelieves, como en el caso de Revenga -donde se reconoce el símbolo gráfico más repetido en la cultura celtibérica como es el jinete a galope-, no se les da mayor significación. O si el uerrero pelendón, que preside la antigua puerta de la iglesia, no tiene mayor relevancia que la figura inconexa que es hoy...

Sabemos que hay ilustrados que quieren determinar un origen más antiguo a este tipo de enterramientos. El profesor Del Castillo, que estudió sobre el terreno estas necrópolis (1968-1970), se ciñe a la temporalidad altomedieval para datar estos enterramientos. Ésta época abarca desde el siglo VIII al XIV, con lo que se sitúan en un margen de seis siglos las probabilidades de su ubicación. Se consideran coetáneos a Cuyacabras, Revenga y la referencial "Cueva de Andrés" en el término de Quintanar, suponemos que extensible a Palacios, Regumiel o Duruelo. Junto con otros estudios, nos hablarían de una repoblación mozárabe de la zona, por lo que serían posteriores a la cultura visigoda, doblegada ésta por los árabes en un tiempo algo posterior al 711, fecha de la invasión. Sin embargo, sabemos que hay ilustrados que quieren determinar un origen más antiguo a este tipo de enterramientos. Unos lo centran en la época visigótica, apoyados en la primitiva y extensiva cristianización de su cultura, y quienes, en base a la observación del tosco tallado de la piedra y ciertos detalles de la cultura celtibérica, los consideran aún anteriores.

Hacer que las referencias históricas sobre Canicosa nos remitan como punto de partida a las reminiscencias visigóticas, o incluso  las posteriores a la Reconquista, dejan en la oscuridad varios siglos, tan inconexos como la imagen del guerrero pelendón.

(Ver NECRÓPOLIS por Alberto del Castillo y Delfín De Miguel)

ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA
Si hasta el siglo IX aparecen pocos datos históricos de la villa, no son muchos más los que se tienen como ciertos en siglos posteriores. Los pocos que se tienen figuran en textos correspondientes a la administración eclesiástica, oficial, o a través del romancero y la leyenda.

LOS ROMANOS
La caída de Numancia significaba la derrota final de los pueblos celtíberos y la resistencia de arévacos y pelendones humillada sin remisión. Consta que los guerreros de estas tribus diseminadas por la región habían sido llamados en defensa de la capital, que se rendía después de un asedio de veinte años ante Publio Cornelio Escipión Emiliano, nieto de Escipión el Africano, en verano del año 133 adC. Hasta el primer siglo después de Cristo sus principales ciudades, Visontium (Vinuesa, pelendona), Tiermes o Clunia, no comenzaron a recibir de los romanos el trato de municipium, siendo hasta entonces ciudades peregrinas, sin capacidad de autoadministrarse y considerados sus ciudadanos peregrinos, o ciudadanos "de segunda". "La paz romana", sin duda trajo consigo la romanización de este territorio en cuanto a las formas y el derecho romano.  Esta región fue insertada en la Hispania Citerior  y, con la posterior subdivisión provincial, perteneció a  la Tarraconense.

En la época romana hicieron su aparición en la Península los judíos. Se datan los primeros testimonios en el siglo II, aunque su pujanza y plena asimilación sería en los dos siglos siguientes, que coinciden con la cristianización del imperio. Fueron tolerados por los romanos y se infiltraron en todas las clases sociales. Creemos que en Canicosa existen evidencias de esta población, aunque no se puede asegurar que su presencia en la zona se hiciera efectiva en la época romana.

(Ver POBLACIÓN)

VISIGODOS
Quizás sea más representativa que la romana, aunque fuera más breve, la presencia visigoda. Esta presencia no corresponde a una cultura determinante y personalizada, si no más bien administrativa. De hecho, estaban parcialmente romanizados (Código de Alarico II). Cruzaron los Pirineos en el 457, y desplazando  a suevos, vándalos y alanos, se establecieron en Hispania respetando, sin grandes variaciones, las mismas divisiones administrativas romanas. Trajeron consigo la implantación decisiva del latín y, sobre todo, la implantación de la cultura cristiana, primero arriana y más tarde la católica (Recaredo, 587). Se obligó a la conversión de los judíos y se unificaron las leyes para hispanorromanos y godos (Recesvinto, rey, 653-672). No es casualidad que el ámbito de "lo civilizado" se lleve a este punto. El mencionado templo de Santa Lucía  y especialmente El Carrascal, podrían ser, junto a la primitiva iglesia y la necrópolis, indicativos.

LOS MOROS
Hasta que punto afectó a Canicosa la invasión de la Península por parte de los norteafricanos, no está claro del todo. Posiblemente la utilización de las vías romanas en las dos primeras acometidas dirigidas por los caudillos musulmanes para la invasión, dejaba intacta esta zona al incidir sobre las rutas de Toledo-Clunia-León (Tarik 711-712) y Toledo-Zaragoza (Tarik y Muza, 714). Estas invasiones habían dibujado una Y griega en cuyo espacio central quedaba esta región, siempre un terreno abrupto y complicado para cualquier ejército. Bajo el caudillaje del hijo de Muza se da por completada la invasión, salvo las montañas astures y cántabras, y los Pirineos, que se convirtieron en la obsesión de los invasores. No se puede determinar si la población llegó a ser empujada hacia el norte, como ocurrió en otros casos, o mantuvo su hábitat y su cultura dentro de una Al-Ándalus invadida. Lo cierto que es que no se conocen evidencias árabes en la zona, y parece que nunca se llegaron a establecer de forma efectiva en esta región. Este dato es determinante para conocer si hubo un despoblamiento general de la zona, si se perdió la consistencia genética pelendona, o si Canicosa, tal cual, fue el producto de una repoblación posterior a la liberación de estos territorios, y tal como se hizo en el resto de la región desde el norte, se llegó a repoblar con  cántabros y vascones. Si fue fulgurante la acometida árabe, no lo fue menos la respuesta de los caudillos godos refugiados en las montañas cantabro-astures, que paulatinamente abrieron su radio de acción sobre esta zona. Alfonso I, el Católico, yerno de D. Pelayo (rey de Asturias, 739-757), además de liberar Galicia,  realiza constantes incursiones hacia la Cordillera Central y  la Rioja. En ellas, eliminaba a los invasores y se llevaba consigo a los cristianos. De esta forma despobló el valle del Duero. Alfonso III el Magno (rey de Asturias 866-910), que había consolidado el reino en el Arlanzón, curso bajo y medio del Duero, La Rioja y El Mondeo (Portugal) mantiene una franja de seguridad, despoblada, de la que entendemos que Canicosa era una referencia de su confines cristianos. En "Au delà de Canicosa" o  el propio romance de los Siete Infantes de Lara, años más tarde, se señala a Canicosa en este sentido.

Por otra parte, también se da como cierta la llegada de ciertas tribus procedentes del extremo Duero que huían del acoso moro, buscando refugio, quizás empujados por las tropas de Almanzor, hacia el año 1000. Desconocemos más datos, pero esta población tuvo que tener su repercusión en la zona. ¿Podría ser la población mozárabe que talló las necrópolis, según algunos?

OTROS BREVES APUNTES
En los escritos monacales figura el hoy comunal de Revenga, bajo la administración del Monasterio de San Millán de la Cogolla, que habría sido puesto bajo esa administración por el "rey" Sancho García, el de los buenos fueros (conde de Castilla 995-1017, perteneciente a la dinastía de Lara), en el año 1008,  en favor del abad Martín. En el año de1213 fue donado por  Alfonso VIII de Castilla (Soria 1155-Ávila 1214) al de San Pedro de Arlanza, monasterio que había sido fundado por Fernán González en el siglo X.

En los escritos oficiales, Canicosa aparece como perteneciente al Alfoz de Lara (distrito jurisdiccional ), en el año de 1068, aunque se puede suponer que en tiempos visigodos perteneciera ya a este Condado. La ciudad de Lara habría sido rehabilitada bajo el reinado de Alfonso III en sus reconquistas, después de haber sido asolada por la acción musulmana. En Lara, o perteneciente al linaje de los Lara, se supone que nació Fernán González, promotor del reino de Castilla. De forma legendaria, está presente en textos como el romance de los Siete Infantes de Lara, y en la memoria popular que afirma que el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar ( n. hacia 1043-m.1099), la hubiera incluido en su ruta hacia Zaragoza (*).

Se cita la administración de la ermita del Carrascal bajo la tutela del Monasterio de Valvanera a partir de una donación de Alfonso VII (Emperador de León y de Castilla, n.1105-m.1157), en el año de 1140.

No disponemos de más datos publicados, excepto apuntes sobre las cofradías, hasta 1753 en que tiene lugar el Catastro del Marqués de la Ensenada, y 1792  en que tiene su fecha la Carta de Carlos IV que dispone el aprovechamiento forestal de los bosques de Canicosa.

Ya en el siglo XIX, se menciona al Cura Merinoque, de forma evidenciada, estuvo alojado en un campamento cerca de la Peña de La Mina, buscando refugio en el monte. Este personaje histórico fue un azote continuo para las tropas francesas y tuvo su cuartel general en Neila. No nos consta si su campamento tuvo que ver más con su época independentista, la época absolutista, o la carlista, aunque nos inclinamos por esta última posibilidad. También ignoramos la inclinación política del pueblo en esta época al dar cobijo al famoso guerrillero.

Al propio tiempo, durante la Primera Guerra Carlista, el brigadier carlista Juan Manuel Balmaseda (Fuentecén, 1800 - San Petersburgo 1846), hizo de este territorio parte de su campo de actuación y estrategia.


Foro de Historia Canicosa de la Sierra


ERMITA DEL CARRASCAL (Ver leyenda)
Conforme a un escrito de Valentín Pascual:

Valentín Pascual nos habla de una epigrafía insertada en la 5ª piedra, pared norte, cerca del contrafuerte, perfectamente apreciable pero inadvertida durante siglos, donde se halla la inscripción en el latín impuesto años antes por Recaredo (rey, 581-601) : "AVE 652 <MARIA", que correspondería al año 614 de la nueva era, reinando el rey visigótico-católico Sisebuto. Esta confirmaría el origen visigótico de la construcción.



Hay otras dos inscripciones que datan su reconstrucción o adecuación, una correspondiente a 1717 siendo mayordomo Marcos de Valgañón, y otra correspondiente a 1728.

Se trata de la más importante de las ocho ermitas conocidas: Carrascal, Veracruz, S. Roque, La Cuesta, Santa Lucía, Vallejo de la Muñeca (San Millán), Santiago y San Bartolomé, y la más antigua de las cofradías documentadas.

Hay que hacer notar que dicha ermita está situada a medio camino entre lo que sería el castro y el asentamiento del hoy Barrio de Santa María, por lo que también se podría aventurar que este paraje no habría pasado inadvertido a los primitivos pobladores.


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MEGACARRASCAL Tomás Campo

Ermitas y cultos en España




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